28 dic 2010

Día 5. 17 milledrive. 16 de mayo 2010.

Por favor, perdonar el paréntesis desde septiembre.. Antes de finalizar el año hemos querido escribir esta entrada y prometernos que en 2011 acabaremos este viaje y empezaremos el siguiente.

Seguimos.. como estáis comprobando todos nuestros desplazamientos por el interior de EEUU son siempre en avión, por ganar tiempo y comodidad a lo largo de todo el viaje. Pero el trayecto de San Francisco a Big Sur, que dura unas 4 horas, lo hacemos en coche por los motivos que ya explicamos, sobre todo porque es una ruta calificada como panorámica, y no sin razón.

Aprovechamos el vehículo que utilizamos para hacer este trayecto San Francisco-Big Sur, un Pontiac G6 muy cómodo para carretera, para visitar también Sausalito y el bosque de secuoyas Muir Woods, tal como os contamos en entradas anteriores.

Este trayecto de San Francisco a Big Sur sólo lo hacemos en coche en un sentido, a la ida, después dejaremos el coche en la península de Monterrey y cogeremos un avión a Las Vegas (es obligatorio hacer “transbordo” de vuelo en San Francisco).

Tras ver fotos, numerosas guías y seguir consejos varios, decidimos no perdernos la ruta panorámica 17 mille drive.

Si podéis que no os lo cuenten, no miréis fotos! Es como un musical de Broadway, es mejor disfrutarlo en directo para no prever ni una sola de las mil sorpresas que os depara. Aquí os ponemos una mínima parte de fotos pero creo que apenas os haréis una idea.

Con ese planing salimos del hotel desayunados para hacer esta famosa ruta natural. Es sencillamente un lugar paradisíaco, espectacular, tan bello que ningún objetivo puede hacerle justicia. Es naturaleza viva y pura, es un lugar extraordinario que aún invadido por el hombre parece crecer a su propio ritmo. Lo imagino en cualquier estación y en mi cabeza se dibuja siempre igual de mágico.


Tras dar una vueltecita por Carmel nos pusimos dirección a 17 Milledrive y pronto, con algunas indicaciones de lugareños y nuestro querido GPS, llegamos al peaje, pagamos unos 10 dólares.

Nada más entrar, recibiéndonos con caritas de felicidad y como si siguiéramos en un cuento, vimos una familia de ciervos, allí estaban Bambi y su familia!!! Era el no va más, y sólo era el principio. Al minuto de entrar ya me dí por satisfecha.

A los 5 minutos y casi en el primer punto de la ruta, (dan un mapa con una serie de puntos paisajísticos recomendables, no hicimos ni caso pero al final nos dimos cuenta que los habíamos recorrido todos y alguno más) paramos en una playa con unos bancos de madera, y ya empezamos a ver los típicos árboles pebble beach, los campos de golf con las majestuosas mansiones millonarias..




En ese momento ya no sabes donde debe mirar para no perderte nada porque todo aquello es tan apabullante que tienes los ojos como platos pero sabes que no podrás abarcar tanta belleza ni en una mirada ni en un solo viaje.. y da cierta tristeza saberlo con una certeza tan rotunda, tan absoluta.





Allí me atreví a coger el coche automático americano que me hizo pensar, después de 18 años odiando coger un volante, que hasta me gusta conducir si lo hago en la carretera adecuada!

Pisando sólo ligeramente el acelerador y mirando el paisaje por el espejo retrovisor caí en la cuenta de que era ya nuestro quinto día de viaje y el tiempo no se detenía por mucho que lo deseara, y que también dejaríamos atrás todo ese paraíso. Me da muchísimo miedo olvidar los detalles que poquito a poco poblaron todos aquellos días de nuestra vida..

Incluso en ese trocito de cielo el tiempo jugaba en nuestra contra, pero disfrutamos de cada rincón de las 17 mille. Vimos las focas marinas y todo tipo de flora protegida, y soñamos con poder volver algún día sin límite de tiempo y alquilar una villa entre las rocas con su propio campo de golf, su playa y su bosque privado.



Pasamos toda la mañana disfrutando de aquel entorno único y contra nuestra propia voluntad abandonamos aquel reducto de paz en busca del aeropuerto de Monterrey.
Salimos de allí despidiéndonos del guardabosques, de los ciervos, las focas, de los árboles cuyas ramas parecen flotar en el viento en posición horizontal permanente, etc.. de Carmel, de Monterey.. y tras perdernos un poco vimos aparecer un mini aeropuerto que nada tenía que ver con los anteriores en cuanto a tamaño, y entregamos el coche.

Poco después estábamos subiendo a un avión tipo jet privado (no cabríamos más de 25 personas) volando hacia Las Vegas. Empezaba otro viaje totalmente distinto.

7 sept 2010

Día 4. Carmel, Península Monterrey. California. 15 de mayo 2010.

Cuando el cielo empezó a apagarse, sobre las 20.00 pm, decidimos regresar para cenar en Carmel by the sea y ver un poco más aquello ya que por la tarde descubrimos que era un lugar muy especial.

Y si con la luz del día Carmel parece un sitio mágico al atardecer y por la noche aquello es como de otro mundo, los farolillos de sus casas tintinean y los restaurantes lucen tan románticos que da pudor no ir vestidos de gala, por ello volvimos al hotel a cambiarnos para la ocasión.












Antes de cenar dimos un paseo con el coche mientras recordamos que en algunas guías nos advertían de que el nivel de vida de Carmel es bastante elevado, traducción: la cena no sería barata.

Por poner un ejemplo, allí el mismo café que te preparan en cualquier otro Starbucks en California te cuesta sobre $1 dólar más, así porque sí.





Como anécdotas decir que en Carmel las papeleras están “camufladas” por cuestiones estéticas, hay zonas donde no existen los semáforos porque serían elementos discordantes en un pueblo de cuento, etcétera etcétera.





Hay mil curiosidades reales sobre este lugar para ricos donde Clint Eastwood fue alcalde a finales de 1980. En un municipio así el alcalde debe cobrar una auténtica fortuna!



Perdiéndonos entre esas casas de cuento descubrimos la que llaman la casita de Hansel y Gretel, y las de sus vecinos, y todas ellas las guardamos en nuestra memoria muy conscientes de que iba a ser muy complicado viajar a un lugar más acogedor y bello que ese.
















No hace falta que sigáis una dirección concreta porque en casi todas las calles hay mansiones preciosas, algunas fotos de las que aquí os mostramos las hemos conseguido a través de internet, otras son de nuestra cosecha.














A uno le dan ganas de empadronarse en este lugar de ensueño donde parece que, a cualquier hora, la seguridad es absoluta y la decoración urbana es tan cuidada como un perfecto decorado de unos estudios cinematográficos.


































Y en uno de esos restaurantes donde uno sueña con que le pidan matrimonio nos fuimos a cenar sin que eso ocurriera, es lo que tiene estar ya casados! En ese restaurante cenamos en una terraza a la luz de las velas y los farolillos envueltos en un ambiente bohemio.. Todo lo que pedimos fue exquisito, tanto una ensalada como un plato de pasta con una crema de cangrejo y de langosta, y aunque no barato tampoco tan caro como lo que hubiéramos estado dispuestos a pagar por cenar allí, unos 65 € sin botella de vino.


Cuando salimos seguimos disfrutando por esas extraordinarias calles cuyo asfalto empedrado aún les otorga más encanto. Sin rumbo fijo acabamos en algunas de las playas de Carmel donde podía verse a gente alrededor de una hoguera, cenando, hablando, enamorándose.. o paseando al perro, desde luego allí hacer cualquier cosa parece algo bonito, por nimio o transcendental que sea.


Y colorín colorado, este cuento aún no se ha acabado, el final en la próxima entrada en Monterrey y la 17 Mille Drive.

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3 sept 2010

Día 4. Big Sur, California. 15 de Mayo 2010.



Una de las protagonistas de esta entrada es la Highway 1, carretera nacional gratuita que une San Francisco a Los Ángeles por la costa.






Aunque si lo comprobáis en google maps no es la forma más rápida de ir de una ciudad a otra es una ruta fascinante y la más recomendada de la costa Californiana, por eso decidimos hacer el tramo más paisajístico que se extiende de San Francisco a la playa de Pfeiffer. Habíamos leído que podíamos encontrar baches y defectos en la carretera que dificultan la conducción y la hacen algo peligrosa, pero por suerte no fue así, de hecho muchísimas carreteras de España quisieran tener una anatomía tan bien conservada!

La Highway 1 está calificada como “carretera estatal escénica” porque posee una belleza que sólo la naturaleza puede lograr, sobre todo porque gran parte de su recorrido discurre entre inmensos acantilados y playas solitarias.





Parece que este paisaje costero es tan distinto a toda la costa californiana gracias a su propio microclima. Sus playas arboladas de una gran riqueza cromática reúnen todo tipo de fauna, esto supone un contraste tras otro respecto a las zonas áridas del interior de California. Así, entre dos urbes del calibre de San Francisco y Los Ángeles florecen todo tipo de especies vegetales que conviven con colonias de elefantes marinos, ballenas grises, delfines, focas, pelicanos.. Es fácil ver alguno de estos ejemplares desde la carretera.




Tras bastantes paradas en miradores llegamos a la Península de Monterrey, nos dirigimos al hotel que también habíamos reservado con la agencia de ECI para hacer un rápido check in.






Elegimos el Mariposa Inn & Suites por sus características y su excelente ubicación, está dentro del municipio y al lado de un centro comercial. El hotel es de estilo moderno aunque no muy vanguardista como podéis apreciar en las fotos, tiene una zona de piscina y chill out que no aprovechamos pero que le da un aire muy vacacional.






En definitiva es un hotel nuevo, limpio y silencioso con una buena calificación en Tripadvisor. Además al final nos incluía el desayuno buffet, wifi y parking gratis. El rango de precios para reservar una habitación en un hotel como el que nosotros elegimos en mayo oscila entre 140 € y 350 € por habitación doble/noche. Es recomendable reservar con mucho tiempo de antelación porque en muchos hoteles la estancia mínima es de 2 o 3 noches, y como hay demanda casi siempre están a rebosar.
Lo selecto de la zona de Carmel by the sea hace que por allí los precios sean elevados (tanto en alojamiento, restaurantes como en cualquier cosa que penséis hacer) considerando que son lugares muy poco poblados en comparación al resto de grandes ciudades que visitamos.













Tras fichar en el hotel y descargar las maletas volvimos a coger el coche y tras pasar por algunas calles de Monterrey y algunas de las de Carmel, donde las galerías de arte son tan numerosas como los bares en España (http://www.carmelcalifornia.com/), nos dirigimos a Point Lobos continuando por Big Sur, ruta famosa en el mundo por su rotunda belleza.
















Así atardeció mientras contemplamos una verdadera obra de arte tras otra, es como si fueran dibujos de acantilados en tamaño natural, con sus preciosas playas de arena blanca y fina, con rocas distribuidas de forma estratégica para que el cuadro quede perfecto.












Hasta el aire y la luz parecen acompañar la estampa que ofrece cada mirador. Y lo trágico de aquel día es que nos quedamos sin baterías en las cámaras, así que algún día tendremos que volver.. Aquí os mostramos algunas fotos hechas por nosotros y otras que hemos encontrado en la red y que reflejan parte de lo que vivimos.
















Tras pasar la conocida playa de Pfeiffer y parar en varios miradores regresamos, antes de que se hiciera de noche, a Carmel, un lugar que parece sacado de un cuento de Hans Christian Andersen, tal como os contamos en la próxima entrada..











23 ago 2010

Día 4. Santa Cruz, California. 15 Mayo 2010.

Desde Muir Woods volvimos hacia San Francisco atravesándola por la parte oeste y disfrutando de una nueva perspectiva de la ciudad que no conocíamos.

Cogimos la Hihgway 1, una carretera que hace que por sí sola tenga sentido alquilar un coche para ir a la Península de Monterrey y al Big Sur. Es un camino plagado de acantilados, playas y calas perfectas.



Paramos en varios miradores para contemplar lo escarpado de la costa, los rompientes y la majestuosidad del paisaje.

El tipo de vegetación, la forma abrupta que toman las calas y la grandeza del Pacífico se conjugan para regalar postales que no caben en el objetivo de una cámara.. Es un paisaje que reconocemos, de hecho lo íbamos buscando porque de tanto verlo en pelis y series queríamos saber si es tan espectacular en directo, y es mucho más imponente. Los acantilados se siguen unos a otros, conducimos por el borde de todos ellos en una carretera que parece infinita, el paisaje es pura California, si no fuéramos en coche iríamos en velero para poder descansar en cada una de esas fotogénicas calas que parecen un paraíso virgen, un mundo aparte de las grandes ciudades.

Y tras varias paradas para admirar este paraíso natural sobre las 14.00 h aproximadamente llegamos a la playa de Santa Cruz que también puede verse en todo su esplendor desde distintos miradores, a cuál de ellos más extraordinario.

Había muchísima gente practicando mil deportes derivados del surf, algunos de ellos desafiando al océano practicando un deporte con tanto mimo que se diría que hacen arte.

Nos adentramos un poco en el pueblo con el coche por la parte de la costa, vimos el parque de atracciones en la playa, una atmósfera muy distinta a Santa Mónica pero también muy curiosa digna de ver. Por supuesto, para los que lo duden os aseguramos que la montaña rusa funciona perfectamente!


Allí la mayoría de tiendas son de Quicksilver, Rip Curl y similares, y exhiben en sus fachadas originales tablas de surf como un producto típico nacional. En esos lares la gente lleva su tabla bien protegida en fundas aterciopeladas como si fueran guitarras de firma. Sin duda hubiéramos comprado 2 pero no sabíamos en qué maleta meterlas..

Santa Cruz es un lugar ideal para veranear, el tiempo es muy apacible, más parecido al clima de Los Ángeles que al de San Francisco. Hay muchas playas donde elegir y el ambierte deportista y surfero, así como los numerosos restaurantes y bares hacen que haya muchas opciones de ocio para evadirse un poco, además el lugar promete amaneceres de ensueño.

Tras atravesar varias calles, la avenida principal repleta de restaurantes pero ni un sólo aparcamiento, y con todos los parkings que vimos a rebosar, decidimos hacer algunas fotos, grabar un poco con la cámara de vídeo y seguir adelante hacia Capitola, otro lugar no tan conocido pero que nos recomendaron.

Y así llegamos a una pequeña ciudad aún más hermosa que la gran Santa Cruz.

Todas las viviendas son plantas bajas de colores; es un lugar surcado por amplias avenidas, calles muy limpias y con una estructura urbana tan sorprendente como acogedora. No tenemos fotos de Capitola, sólo algún vídeo y muchos recuerdos..

Tampoco pudimos aparcar pero las calles estaban llenísimas de gente, incluidos los restaurantes, así que volvimos a coger carretera y acabamos en un área como de servicio en plan centro comercial donde había una especie de Whole Food Market muy famoso por allí y de la misma excelente calidad. De forma rápida elegimos algo de comer, bebida, unas pringuels americanas y continuamos el camino hacía Carmel.

Tras un rato de camino, en una colina con vistas a un faro situada en un bello acantilado entre playas de arena cubiertas de árboles, hicimos una "parada técnica" fisionómica en el sitio más hermoso donde hemos hecho una parada de este tipo.

Luego, sin ninguna excusa, volvimos a detenernos una y otra vez en algunos miradores hasta llegar sobre las 16.00 pm a Monterrey. Pero eso será ya en la próxima entrada, en la que os hablamos sobre la Península de Monterrey, sus increíbles paisajes y el Big Sur.

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18 ago 2010

Día 4. San Francisco, Muir Woods. 15 de mayo 2010.

Con nuestro flamante, y nuevo, Pontiac G6 nos dirigimos rumbo a Muir Woods. Es un bosque de la costa californiana donde se pueden contemplar las secuoyas más altas y veteranas del planeta, no hay duda de que si el oso Yogui vive en algún sitio sin duda es en éste!

Y aunque alquilamos un GPS, la calidad del mismo (Garmin) deja mucho que desear, de hecho nos perdimos un poco pero como este parque natural está muy cerca de Sausalito en unos 20 minutos llegamos. Cuidado a los que se marean porque vienen curvas! Pero como el paisaje es tan espectacular uno casi no se da cuenta, en nuestro caso había incluso niebla que le daba un aspecto místico a las montañas.



















Era el comienzo de la parte más natural del viaje, y mereció mucho la pena, excepto por el aparcamiento. Imposible aparcar cerca del bosque si se llega en fin de semana más tarde de las 9.30 am. Dato útil que tenéis que recordar: se puede aparcar en los bordes de la carretera porque donde está indicado no ponen multa.

Además de osos tallados en madera como podéis ver en la foto, en la entrada hay una cabaña que es una tienda de recuerdos tallados en madera, bastante caros pero 100 % artesanales, un bol para ensalada puede costar unos 60 €, una cajita muuy pequeñita tipo joyero unos 20 €.













En esa misma cabaña hay una zona con un bar donde podéis beber o comer algo. Sin duda os recomendamos que como mínimo compréis agua, zumos y algo de picar porque Muir Woods está cuajado de mil senderos y necesitaréis energía y azúcares.






Podéis elegir una ruta en función del tiempo aproximado que se tarda en recorrerla, si seguís el camino no os podéis perder, con la ventaja de que en muchos momentos estaréis solos con la sensación de que en cualquier momento os va a asaltar un oso, pero se respira tanta paz que os olvidaréis de esa posibilidad desde el primer minuto.




















Gracias a un sistema de protección, estos árboles gigantes hoy crecen en casi todos los parques de Estados Unidos, aunque los más altos viven en Muir Woods y Yosemite.

En la página web oficial podéis ver los precios, horarios, rutas y mapas de Muir Woods: http://www.nps.gov/muwo/index.htm



Tener en cuenta que algunos meses de invierno (por cuestiones metereológicas) podéis encontrar este bosque cerrado al público (esto también ocurre en el parque Yosemite), así que atentos a los horarios.

Si no alquiláis un coche podéis contratar la excursión a Muir Woods sola o combinada con la de Sausalito, aunque esta opción implica perder más tiempo porque os tenéis que adaptar a sus horarios.

En medio de tantas secuoyas parece que el oso yogui y su familia pueden aparecer en cualquier momento en busca de un suculento picnic. Así, recorrimos varios senderos e hicimos el trayecto de una hora, nos metimos dentro de alguna secuoya, pasamos por puentes y riachuelos varios, y pudimos sentir en nuestra propia piel cómo son este tipo de bosques americanos.

Son bosques densos, inmensos, acogedores y con mil tonos distintos, en Muir Woods nos sentimos llenos, muy vivos.

La luz se cuela entre los árboles provocando un arco iris de tonos nuevos que subrayan la profundidad del paisaje, donde parte de los personajes son los guardabosques con su traje típico como sacado de Twin Peaks.






Cuando llegó el medio día empezamos a deshacer esta espectacular ruta natural y marchamos rumbo a Big Sur por la legendaria y fotogénica Highway 1.

Nuestro próximo destino.. Santa Cruz.

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